martes, 5 de abril de 2011

¿Culpable o Inocente?

Mi teléfono celular quedó inconciente en un asiento de colectivo. Colectivo de media distancia, para colmo. Demasiado larga como para encontrarlo, demasiado corta como para dejar de buscarlo.
Y así ocurrió. Ese fue todo el maldito episodio que me dejó incomunicado de la gente que quiero, si me refiero a la comunicación posible mientras camino por la calle. Ya mi bolsillo no puede vibrar por motus propio, ni puedo escuchar ese aberrante ringstone que me ponía siempre de mal humor.
Han pasado varias semanas desde aquel determinante hecho, y hoy en día puedo decir que quedaron secuelas del incidente. No porque extrañe sus aparatosos botoncitos y sus gráficos de Family Game, sino porque todavía estoy como en una nube de confusión, en la que no puedo terminar de resolver dos problemas.
El primero de esos problemas, es que no se si perder el celular fue una señal como para desacerme para siempre de ese brutal aparato, esclavizador de abogados vestidos con trajes Christian Dior, lavador de cerebros de minitas que viajan en colectivos mandando mensajitos, salvo que ellas no lo pierden porque lo tienen todo el viaje en la mano, apretando las teclitas y haciendo un sonidito que sólo puede ser comparado con el zumbido de un mosquito en el oído, en una noche calurosa cuando no te podés dormir. Es relajante no tenerlo más, pero el problema surge cuando me doy cuenta de que se volvió muy necesario en la civilización actual.
El segundo problema es que me surgió un debate filosófico en mis adentros, y he aquí la esencia y el objetivo de estos renglones.
Es común en el mundo occidental globalizado en el que vivimos que habiendo poseído un objeto durante un lapso de tiempo determinado, el hecho de ya no tenerlo, va de la mano con que ese objeto ha sido víctima de un hurto. Sí, un robo, y no importa si es de un raterito callejero o de un ladrón a sueldo, siempre las desposesiones de objetos que fueron adquiridos mediante el dinero o las rifas, son asociadas con las sustracciones ilegales. Y comento lo antes mencionado, porque cuando hoy me preguntan mi número de celular, instantáneamente, casi como de memoria, contesto que me lo robaron. Entonces, señoras y señores, podemos ver que esa respuesta que doy, se contradice con el comienzo de éste escrito, ya que en él cuento que mi celular quedó en el asiento de un colectivo.
En fin. Mi problema es que no puedo entender si el celular, que estoy casi seguro que en estos momentos reside en las manos de algún ser humano de tez indefinida, fue robado, o fue encontrado. Y la duda surge al entender a un robo como la sustracción ilegal de un objeto privado. Porque si bien mi celular estaba solito y solo en un asiento, sin dueño, abandonado, el celular no era público, aunque el colectivo si lo fuera. Cuando alguien deja un auto estacionado, lo deja en la vía pública, y el objeto privado (el auto) queda sin el dueño, lo cual deja en claro que de ser sustraído dicho vehículo, el actor debe ser penado con prisión. Bueno, si suponemos que un colectivo es público como la vía pública, y el objeto abandonado por el dueño como el auto susodicho, es el celular, estamos hablando de un caso similar, en el que el nuevo poseedor del teléfono móvil debe ser penado.
A la vez, entiendo como "encontrarse algo" al hecho de mirar hacia determinado lugar y encontrar un objeto. Al no tener dueño y no ser reclamado por nadie, no es un robo, siempre y cuando no se sepa de quién es el objeto. Entonces, si en la teoría básica fue robado y a la vez encontrado, estamos teniendo un vacío teórico, que debe ser resuelto con la subjetividad. Pero... ¿Con la subjetividad de quién? La del delincuente que ahora lo tiene, diría que es encontrado, pero la mía diría que es robado. Además, el que lo encuentra tiene que buscar algún número en la agenda de contactos y llamar para devolverlo. Pero la Constitución Nacional dice que una persona tiene libertades, por lo que podemos decir que éste ratero tiene la libertad de quedarse quieto en lugar de moverse para devolverme el celular. Y "moverse", abarca mover los dedos de las manos para buscar un contacto en el teléfono. Además, si el que encontró el celular es una persona igual a mi y lo llama a declarar la justicia si alguna vez lo encuentra, él puede decir que soy yo mismo que ya encontró su teléfono. Y si la justicia nos ve cara a cara a los dos iguales, puede cometer el error de encerrarme a mi por equivocación.
¿Entonces mejor creo que el tipo se lo encontró?
Pero quizá el robo no lo cometió la persona que lo encontró, sino más bien, lo cometí yo. Ya sea por haberle robado tiempo a las personas que hoy en día me mandan un mensaje sin saber que nunca lo leeré, sin saber que perdí mi teléfono, o le robo parte del tiempo a las personas que se las tratan de ingeniar para ver como pueden comunicarse conmigo si no tengo teléfono, y cosas así.
En conclusión, podemos ver esto desde el principio de causalidad, o podemos verlo como hechos aislados. Si lo vemos de la primera forma, yo tenía un teléfono que compré, lo usaba, subí a un colectivo con él, por subir al colectivo y descuidarlo, lo perdí, como quedó en el colectivo lo agarró una persona, y ahora esa persona tiene mi teléfono. En ese caso, esa persona tiene mi teléfono, me pertenece, y esa persona me debe algo. Pero si lo vemos de la otra forma, como hechos aislados, yo tenía un teléfono, ahora no lo tengo. Una persona tiene un teléfono que antes no tenía. Coincidimos solamente en que el fin de mi teléfono fue en un colectivo de media distancia, y el principio del suyo fue en el mismo lugar.
Lo que no se y nunca voy a saber, realmente, es si el colectivo en el que perdí el teléfono, es el mismo que el colectivo en el que ésta persona se lo encontró. Porque cuando me bajé, no quedaba ningún pasajero a bordo. Puede que ese colectivo haya caído por un barranco. Entonces, el que encontró el teléfono, lo encontró en otro colectivo...

Pero si el teléfono es el mismo... Bueno, pero recién estaba hablando de dos hechos aislados, dos teléfonos aislados, dos casos aparte.

¿Ah, sí? ¿Y como voy a saber? Si el teléfono no existe, por lo menos en mi mundo. No tengo forma de comprobar si es el mismo. ¿Universos paralelos?
No se, pero el teléfono es un teléfono ficticio, que no existe, y que tal vez alguna vez existió. Si es parte de un universo paralelo, o de un sueño muy real que tuve, no lo puedo comprobar.
Quizá tenía un 50% de posibilidades de que no me lo olvide en el asiento y un 50% de posibilidades de que sí ocurra. Al bajarme del colectivo, me lo olvidé tanto como lo traje conmigo. Quedó en mi bolsillo con el mismo porcentaje con el que quedó en el asiento. Puede que su cuerpo se haya dispersado y evaporado por ahí, pero su esencia sigue conmigo.

Por eso, sólo creo en lo que veo, y lo que veo, no siempre es lo que creo estar viendo.
A mi teléfono no lo veo, entonces no entiendo para qué sigo, siquiera, hablando de él.
Y no es lo mismo hablar de un difunto, que por más que no se lo vea, se lo recuerda o se sigue hablando de él. Una cosa es el recuerdo, otra cosa es preguntarse en donde andará. Puedo recordar los lindos momentos que pasé con mi telefonito, pero no tiene caso preguntarme por su paradero.
Y menos si se trata de un bien de uso, con una vida útil de no más de tres años, que es facilmente reemplazable.

Acabo de hacer una pausa. Pensé dos segundos y toqué mis bolsillos con las manos. No hay nada en ellos.
Por un momento pense que si me concentraba mucho, por ahí me encontraba con mi celular...

3 comentarios:

Onom Atop Eya dijo...

Lamentablemente, mi querido, las leyes que gobiernan el mundo en el que hoy vivimos decretan que el que no existe sos vos. Tal vez podríamos hablar d una media existencia, ya que tenés feisbuc.
En mi intento desesperado por no evaporarme yo adquirí un celular, pero ello no me brindó más que una media vida, ya que todavía mi cuerpo, tan terrenal como efímero, no logra aceptar el paso hacia la eternidad que garantizan las redes sociales.
Somos medias personas, vos tenés seguidores, yo tengo contactos. Pero el Hermano Grande siempre vigila y no desaprovecha ninguna ocasión para reclutar nuevos especímenes.
Un abrazo grande (tal vez debiera decir medio)

Lirio dijo...

Ayyyy casi lloro por ese celular, por vos, por el que tal vez neceitado lo encontro y le urgio optar por quedarse con el y hoy vive feliz y si culpa, precisamte porque lo encontro!! o lo robo!; es lo que hay , es un bien encesario o no, cada cual eligee! me encataaa tu manera de escribirr pq volas besossssssss!!!

Раскольников dijo...

Yo soy una persona completa! tengo "fasbuc" y celular. Detesto a ambos, y más haber comprobado que sin ellos mis amigos no me hablan, mi padre no me ubica y mi historia no se escribe/sube.

Es lo horrible de nuestra cultura, hoy somos nada más que lo que tenemos y aunque rechacemos esta realidad, no podemos más que ponernos triste cuando nos la quitan.