viernes, 6 de junio de 2008

Ladra Sancho, señal de que anda por ahí...

Como que las distintas circunstancias de la vida iban perfilando una especie de monólogo frente al espejo, donde la ilusión de un público se hacía cada vez más difícil de sostener. Un día, de rompe y raja, aparece un unito ahí al pie de página, tímido y a la vez orgulloso portador de unas escasas pero contundentes líneas que auguran a los gigantezcos molinos de viento tan deseados por éste aprendiz del Quijote.
La felicidad suele absorver, en su vertiginoso paso, todos los ímpetus creativos; en este momento basta su aparición para recuperar el diálogo buñuélico que mantuvimos en algún momento.
Ya le toco un malambito, lo quiero ver zapatear...