viernes, 18 de febrero de 2011

Contratapa

Hace un tiempo me senté a releerme. Encontré dibujos y garabatos alrededor de las letras que parecían escupidas por el lapiz encegecido por el torbellino de pasiones que lo invadían. Las frases sentenciaban, orgullosas, ideas que se creían originales y solo eran un reflejo fugaz en el charco intelectualoide de la vida. Aunque llenas de espacios comunes, carentes de estética y poética, no se podía negar su naturaleza visceral; casi que era lo único reconocible en ellas. Las páginas de la vieja libreta se deshacían en mis manos mientras mis ojos intentaban captar un poco de aquello que fui en algún momento. Las imágenes retornaban difusas, titubeantes; se reconstruían hoja tras hoja, letra a letra, cambiando a la vuelta de cada punto, de cada día y cada año que me separaba y me acercaba a ese muchacho absorto en sus pensamientos. Mi vida, a la luz de aquella pequeña ventana, era turbulenta y apasionada; solo la eterna necesidad de anclarnos en el tiempo había manchado aquel rapsódico relato, dotándolo de una inamovible dimensión cronológica. Lo que pudo haber sido un grito desgarrado en la noche, solo fue un tímido tarareo en una tarde camino a casa... por un momento, pequeño y frágil momento, fui aquel grito...
Lentamente fui volviendo las hojas y borrando una a una las fechas que me negaban la existencia mítica. Tal vez un día me relea y sea otro, ni mejor ni peor, solo otro.

jueves, 17 de febrero de 2011

La verdad sobre los exámenes

Para aprobar un examen, hay dos opciones: La forma correcta y la forma incorrecta.
La forma correcta, por supuesto, es estudiar. Esto se debe a que el objetivo de un examen escolar es reflejar los conocimientos que se poseen en un determinado campo científico. Y la meta que hay detrás de esto es formarse teórica e intelectualmente para obtener herramientas que después nos permitirán enfrentar la vida estando más aptos y preparados.
Pero la verdad de la milanesa, es que a veces, un examen, por más que nos matemos estudiando, puede no brindarnos nada.
Reprobar un examen, no significa ser un ignorante y no es motivo de preocupación. Claro, si es que ese examen no es, por ejemplo, para pasar o no de año, y esas cosas importantes. A veces no se tienen ganas de estudiar por hacer algo mejor o más divertido. Los conocimientos necesarios para aprobar, los podés adquirir después.
Lo mejor, en esta vida, creo yo que es aprender y aprender ilimitadamente, pero eso no sólo se gana estudiando, si no también viviendo y poniendo en práctica los aprendizajes.
Toda esta introducción, la hago para brindar al lector un método que solucionará esa intranquilidad que se tiene cuando se enfrenta un examen sin tener ganas de estudiar. Y la solución, no es precisamente estudiar, sino simular.
Un capítulo de Los Simuladores, mostraba distintos métodos en que un alumno aprobaba todas las materias de marzo con ayuda de éstos controvertidos muchachos, de una manera entretenida y exagerada.
A continuación, dejo un método que será cien por ciento efectivo si es que se cumplen todos los pasos al pie de la letra, y, por supuesto, con la suerte a favor. Pero la suerte es lo de menos, si los pasos se ejecutan correctamente.

Todo puede variar dependiendo de la estrictez de la institución a la hora de tomar exámenes, de la estrictez de los profesores y de la solidaridad de compañeros o de amigos que te ayuden a llevar a cabo el simulacro. Además, es más fácil efectuarlo en exámenes en donde las respuestas van en hoja aparte, y generalmente, depende de la materia y el tiempo que te lleve responder los preguntas. No es lo mismo responder una prueba de historia que una de matemática, porque lleva más tiempo pensar y escribir las respuestas de historia que las de matemática.

Primer paso (Conseguir las herramientas necesarias):

-Un par de hojas.
-Dos lapiceras de igual color.
-Una cartuchera.
-Una mochila.
-Un humano que realice el traslado de hojas. (Alguien no muy conocido por el profesor, que pase desaprecibido).
-Un humano con muchos conocimientos de la materia, que será el encargado de resolver el examen por nosotros.

Segundo paso (Establecer ubicaciones y puestos de ejecución):

-Elegir el banco en donde uno se sienta durante el examen. Es ideal que éste esté situado al lado de una ventana. En caso de no haber ventanas accesibles, ya sea porque el profesor te siente en otro lado, o porque las ventanas no tienen acceso al pasillo de la escuela o por la razón que sea, sentarse en un banco de adelante, cualquiera. Ésto ayudará a que el profesor desconfíe mucho menos. O no desconfíe. Porque no todos los profesores piensan que somos tranfugas.
-Establecer un lugar para que el que resuelve el examen esté esperando la hoja. Dicho lugar tiene que ser seguro, en donde nadie pueda molestar ni sospechar nada. Lo ideal sería una biblioteca de la escuela. Además, mientras más cerca esté del aula en donde estamos, mejor, porque eso permitirá reducir el factor tiempo.

Tercer paso (Establecer los tiempos):

-Arreglar con la persona que lleva y trae las hojas en qué momento deberá rondar por el aula para hacerse con la hoja que le demos.
-Dejar en claro el tiempo que tendrá la persona que resuelve el examen para poder entregarlo a tiempo. No serviría de nada que tarde un día para resolverlo, porque el profesor ya se habrá ido y seguramente no nos dejará llevarle el examen a la casa.

Cuarto paso (Asegurarse de cuáles serán las variaciones que se harán definitivamente):

-Esperar hasta que el profesor llegue al aula y comience el examen para comenzar el plan. Eso permitirá que el que se encarga de llevar y traer las hojas sepa si el cambio se hará por la ventana o mediante otro método.
-Inventar una comunicación por señas para indicar los momentos y las formas de intervención de ésta persona.

Quinto paso (Ejecutar el operativo):

Llegar temprano para reservar lugar. En caso de que hayan reservado el lugar que queremos, sobornar o convencer al compañero que lo haya hecho, aluciendo que tenemos un plan brillante. Eso le dará intriga y te lo brindará fácil, sobretodo porque él seguramente estudió y le da lo mismo sentarse en donde sea. Además, si se quiere copiar, preferirá sentarse al fondo, así que pedir un banco de adelante no será una gran dificultad.
-Sentarse en el banco al lado de la ventana, en el primero de la fila.
-Si por alguna casualidad nos cambian, tratar de ir a otro de adelante. Si no, no importa, tenemos la cartuchera.
-Cuando nos entregan el examen, empezamos a copiar las preguntas en una de las dos hojas extra que tenemos. El profesor creerá que estamos resolviendoló, y no tendrá ninguna sospecha de nada, porque todos los alumnos estarán escribiendo en su hoja.
-Si se acerca el profesor, tratar de dar vuelta la hoja para que no se vea el contenido de lo que escribimos. Si no, agarrar la calculadora, o el diccionario, o algún objeto que nos sea permitido tener sobre el banco. Si no, hacer cara de pensante y mirar fijo algún punto equis.
-Lo peor que puede pasar, es que se de cuenta de que copiamos el examen. Si lo hace y estamos junto a la ventana, nos puede cambiar de banco. Si ya estabamos en otro, nos quitará la hoja. La explicación será que lo copiamos para poder tenerlo en casa para resolverlo como ejercitación en caso de reprobar. Eso puede afectar el operativo, pero es muy difícil que el profesor nos descubra copiando el examen.
-No demostrar nerviosismo en ningún momento. Hay más por ganar que por perder. Cuando seamos viejos marineros recordaremos eso como una estupidez graciosa si es que nos salió mal.
-Una vez con el examen copiado, tirarlo por la ventana cuando el profesor esté distraido. Estos momentos serán cuando le esté evacuando dudas a otro compañero. (Podemos pedirle a algún compañero que lo llame a propósito para ayudarnos).
-Si es que no estamos junto a la ventana, guardarlo en la cartuchera. Ahí se le harán señas disimuladas a la persona de afuera para que entre. Si no hay ventanas, un mensaje de texto será util. Si no, darle a esa persona previamente un margen de tiempo para que entre cuando él crea que el examen ya está copiado.
-Una vez adentro, pedirá permiso al profesor para pedirnos la cartuchera porque tiene que ir a rendir otra materia. El profesor no se negará. En caso de negarse, hacer de cuenta que la situación es real e histeriquear para que el hombre permita que el muchacho pueda irse a rendir con su cartuchera.
-Sea como sea, por la ventana o por la cartuchera, cuando el muchacho ayudante tenga el examen copiado en su poder, todo estará en manos de segundos y terceros. Él la llevará al inteligente que responderá las preguntas. Mientras tanto, nosotros nos quedamos sentados, con la otra hoja extra que nos sobró, escribiendo estupideces, como textos para publicar en un blog, o algo que haga parecer que estamos resolviendo de manera común y corriente el examen. Por supuesto, no tomar ninguna postura nerviosa o sospechosa.
-Una vez que la persona haya resuelto el examen, con ayuda de sus conocimientos y libros de la materia, vendrá en persona o enviará al mensajero para darnos la hoja resuelta. Es muy importante tener en claro que debe ser resuelto en una hoja aparte a la que le enviamos, porque no sería lindo que el profesor vea una hoja con las preguntas y las respuestas escritas con letras distintas.
-Si el mensajero tuvo que hacer lo de la cartuchera, mejor que ellos dos se consigan otra persona para traernos la prueba. Si no, no hay mucho problema.
-La prueba nos la puede traer de diversas formas. Si estamos en el primer banco junto a la puerta y la ventana, es más fácil, porque puede entrar al aula preguntando algo y dejarnos la hoja de costeleta. Si no, por la ventana es otra opción. La más segura, porque también sirve si estamos en otro banco lejano a la ventana, es que la traiga dentro de nuestra mochila, que, previamente, se la habíamos dejado a ellos. Le dice al profesor que se tiene que ir y nos deja eso, en donde sacaremos del bolsillo más accesible la hoja con las respuestas.
-Una vez con la hoja en manos, que será la parte más difícil del operativo, todo será como si lo hubieramos respondido nosotros en terminos legales. Ahí ya podemos tirar chistes, conversar con el profesor, cancherear y esas cosas.


Todo el plan, no garantiza resultados positivos. Conozco un caso en donde todo salió a la perfección y el alumno, amigo mío, reprobó por la incompetencia del intelectual que resolvió mal los ejercicios.
No es recomendable ejecutarlo en exámenes que determinen nuestro futuro, como una materia previa en su última instancia, o esas cosas complicadas.
Conozco cuatro ocasiones en donde el plan se ha ejecutado, y he participado en tres de ellas. Dos veces como movilizador de hojas y una como alumno rindiente. La cuarta, me la han contado. En las cuatro oportunidades, el plan salió a la perfección, así que, si se eligen las personas correctas, inteligentes, astutas y pícaras, hay un cien por ciento de efectividad que nos respalda.

Mañana voy a ejecutar este plan otra vez.

Que comiencen aquí las apuestas, señores...