sábado, 13 de febrero de 2010

Se encontraba Dios...

Se encontraba Dios, aquél día, escribiendo muy concentrado en su Notebook. Meditaba y meditaba en busca de una solución.

Dios, como de costumbre, todo planificaba antes de crearlo, porque debía asegurarse de que todo funcione de manera correcta.

Para reinar en el mundo, había decidido crear al hombre. Le había atribuido todas las habilidades posibles, todas las características y todas las capacidades que desarrollaría en su existir. También había decidido crear un entorno al cual el hombre tuviera que adaptarse.

Había creado distintas especies, para que habiten el mundo junto al hombre, lo acompañen y le den comida. Creó los mares y las aguas, para que le sacien la sed y lo refresquen. Había creado al sol, para que le diera días cálidos y lo salve del frío. Había creado materiales que le dieran al hombre vivienda y vestimenta para ayudarlo a vivir de forma cómoda. Creó también vicios y entretenimientos, para no hacer del vivir algo aburrido y cuadrado. Creó el trabajo, así mantendría al hombre ocupado durante gran parte del tiempo. Crear la amistad le pareció fundamental, así el hombre se relacionaría con otros de su misma especie, y en grupo lograría cosas asombrosas. Creó paisajes, para sensibilizar la vista del hombre. Creó la música, para agudizar su oído. Creó deliciosos aromas, así su olfato se enriquecía. Le dio a las comidas sabores únicos, así el alimento se volvía agradable. Inventó el humor, así el hombre le agregaba profundidad a su vida y evitaría lo rutinario. Y así fue creando e ideando uno a uno los placeres y las facilidades para que el hombre pueda vivir con comodidad. Pero al darse cuenta de que todo era lindo y productivo, decidió poner límites, para asegurar que la vida no se vaya al extremo de lo fácil. Entonces, ideó las enfermedades, para que mantengan al hombre precavido y, debes en cuando, lo maten, así el territorio no se saturaba. Ideó la pelea, para inducirlo a fortalecer su cuerpo. Creó la desigualdad, así los hombres se distinguían entre ellos. Creó obstáculos naturales, como los tornados y las inundaciones, para que no todo le resulte tan fácil. También creó el robo, para que el hombre viva más atento. Y así fue creando cosas malas y amenazantes, que de una forma u otra también regularían la vida en sociedad.

Pero Dios tuvo un problema. Quiso crear algo que asustara al hombre, para demostrarle que no debía creerse el rey del mundo. Y fue allí cuando se dio cuenta de que no encontraba nada adecuado. Creó la violencia, pero el mismo hombre inventó sistemas de seguridad que la reduzcan. Creó los cuentos de terror, pero el hombre los ridiculizaba con imitaciones graciosas. Creó la soledad, pero el hombre inventó organizaciones sociales. Creó las armas, pero el hombre inventó leyes que las prohibían. Creó la guerra, pero el hombre inventó movilizaciones pacifistas. Creó la maldad, pero el hombre inventó la psicología. Creó la locura, pero el hombre inventó hospitales especiales para tratarla. Creó la inseguridad, pero el hombre se acostumbró a ella. Diseñó criaturas monstruosas, pero siempre surgía algún héroe épico que las derrotaba. Creó dictadores, pero el hombre inventó la revolución. Y así, Dios fue creando métodos que pudieran asustar al hombre para poder controlarlo, pero medianamente, este siempre se salía con la suya.

Aquel día, luego de pensar y pensar, al fin, festejó de alegría. Encontró el instrumento perfecto para generarle miedo al hombre. Por fin lograría reducir a la engreída especie. Dios cerró su Notebook contento, y fue entonces cuando creó a la mujer.