viernes, 21 de agosto de 2009

Las situaciones

Me detuve azarosamente para analizar la insignificancia que se concentra en la efímera frase que concierne a una conjunción de un sujeto y predicado adversos de por sí, pero que canalizan así mismo el correcto deslizar de la lengua por las húmedas infinidades de nuestro aparato orador, la boca, generando así una oración bimembre que favorece la adaptación del sonoro hablar a la asimilación de un mecanismo creado por el humano, bajo el nombre de “expresión idiomática”, haciendo comprensible su significado, inducido por el cerebro, para derivar en una certera resonancia que coincide con el lenguaje aprendido, logrando así entender lo que se intenta decir.

De niño, yo, como tantas otras personas, teníamos la costumbre de, por así decirlo, recitar un pequeño cuento con sabor a broma que adulteraba las condiciones de la naturaleza y distorsionaba la realidad, creando así un producto irónico, exagerado, absurdo y totalmente inverosímil. Si bien un ser humano tiene una mente prediseñada para admitir cualquier tipo de deformación de la realidad, ya sea expresada en un pensamiento, una frase, una imagen o lo que fuere, la situación relatada (de manera inconciente) como forma de chiste por cada uno de los niños inocentes que lo hicieron, desempacó sus valijas en mi cabeza, dispuesta a ser analizada hasta el más insignificante detalle.

ESCENAS INICIALES (Leerlas también después de cada situación)


ESCENA UNO:
Pregunta: ¿Qué le dijo la soda al vino?
Respuesta: Shhhhhhhhhhhh. (Acto sonoro de silenciar).

ESCENA DOS:
Pregunta: ¿Y qué le dijo el vino a la soda?
Respuesta: A mi nadie me calla.

Comparando esta situación, seguramente inventada por alguien (siendo evidente que ni una soda ni un vino pueden hablar ni establecer dialogo alguno), con otras situaciones adaptadas a cuentitos inocentes con finalidad de entretener, me di cuenta de que generalmente éstas suelen tener una definición o un remate, que tiene como objetivo o meta provocar la risa del oyente. A diferencia de las otras, ésta no tiene ese punto final tan voluminoso que es el detonante de la diversión. Por lo menos no en la escena dos. En la escena uno, el remate final es el sonido que ejecuta la soda, que adquiere doble sentido, ya que puede ser tomado como el efecto sonoro que produce el gas y también como un sonido personificado que emite la soda para silenciar al vino. La escena uno queda saldada, ya que se lleva consigo misma el honor de quedar completa, con inicio (Pregunta), desenlace (respuesta generalmente errónea del oyente) y final (respuesta del mismo que realizó la pregunta, como forma de remate). Pero la escena dos carece completamente de sentido, ya que su supuesto remate no tiene ese toque necesario para coronar una situación como en la primera escena. La segunda escena parece quedar como un relleno o un alargue del chiste que deja la sensación de que está de más, sin motivo alguno. Entonces, la pregunta que se generó en mi cabeza luego del anterior análisis fue:

¿Para qué estará adicionada la segunda escena?

Mi mente comenzó a divagar, recreando una y otra vez varios tipos de posibilidades, logrando establecer una duda aún mayor. Luego me di cuenta de que esa pregunta jamás puede ser respondida, ya que la situación es irreal, por lo tanto no existe ningún método científico que afirme ninguna de las posibles soluciones. Si la situación es irreal, cualquier duda sobre ella es parte de la misma irrealidad. No sirve de nada tener dudas sobre lo que no existe, por lo tanto, cualquier cosa que aparezca sin sentido dentro de lo que no existe, es legal y posible. Pero no conforme con esto, me encargué de definir las posibles situaciones que se podrían haber dado entre ambos individuos, acudiendo a la personificación de ambos cuerpos, otorgándoles en forma de suposición la capacidad humana de comunicarse entre ellos.

Las situaciones recreadas con esfuerzo por mi mente, son cuatro. Cada una de las situaciones no tiene nada que ver con la otra, y son, literalmente hablando, diferentes en teoría. Estas quedan así definidas:


SITUACIÓN UNO
La soda, definida por la ideología de las razas superiores e inferiores (aplicada políticamente por Adolf Hitler), posee una capacidad mental elevada y más estrecha que la del vino. Sus conocimientos acerca del mundo y del entorno la convierten en un ser superior que tiene la capacidad de dominar o imperar sobre los seres que no lograron desarrollar su mente, siendo reducidos a débiles e inferiores. El vino es uno de esos seres. Es por eso que la soda, seguramente cansada de las estupideces que predicaba el vino, decidió utilizar un recurso que lo reduzca al silencio. Cuando la soda dijo: Shhhhhhhhhh, demostró ser superior al vino, teniendo el poder de obligarlo a no hablar más, ya que su inferioridad la irritaba.
El vino, enojado, creyendo que todos los seres son iguales en derechos y en obligaciones, y negando superioridad alguna de la soda sobre él, decidió contestarle para demostrarle que él tiene todo el derecho a hablar, y que la soda no es quién para callarlo. Es por eso, que sus palabras fueron: A mi nadie me calla. Lo que el vino no se dio cuenta, fue que un ser que no duda de sí mismo, no le hubiera ni prestado atención al reclamo de la soda, optando por ignorarla. Pero el vino, confundido, sufrió el enojo y decidió aplicar medidas justas y de reclamo, dudando de sus propios actos. Eso le dio el poder sobre la situación a la soda. Eso redujo al vino a ese ser inferior que se queja por el simple acto de quejarse, confundido y molesto, dudando de sus propias capacidades.

Resultado: Soda Superior, Vino Inferior.


(Hacer una pausa, así no se mezclan los conceptos de la situación anterior con los de la siguiente, leer de vuelta las escenas iniciales y luego continuar. Nada tiene que ver una situación con la otra).


SITUACIÓN DOS

La soda, malhumorada, estaba harta de las supuestas chácharas del vino, que seguramente no paraba de hablar. Esta vez, la soda no tenía incorporado en su existir ningún concepto de superioridad e inferioridad, y optó por callar al vino por el simple hecho de que estaba harta. Esto se debe a que cualquier ser, cuando se siente incómodo o molesto, busca estrategias que lo alivien de la mejor manera posible. Es por eso que liberó ese sonido, buscando descansar sus oídos. La diferencia, es que el vino esta vez era bastante inteligente, quizá por ser más viejo o tener más experiencia, y hablaba a gusto de lo que se le ocurría. Por eso, al ver que la inocente soda lo callaba, no tuvo otra opción que decir la típica frase: “A mi nadie me calla”. En el vocabulario del vino, esa frase se caracterizaba por ser un dicho infantil, estúpido y sin sentido. El vino recordó su niñez, y asimiló inmediatamente aquella frase con aquella época. Pero al ver la inocencia de la inexperta soda, decidió utilizar aquella frase para comunicarse en el mismo idioma que ella. El vino pensó, quizá, que aquellas palabras eran óptimas para que la soda las entendiera. Cuando dijo: “A mi nadie me calla”, el vino se sintió un niño, pero se vio obligado a decirlo para adaptarse al vocabulario de la soda. A todo esto, el vino utilizó esas expresiones idiomáticas tan simples, de una forma en que la soda no sospecharía que el vino lo hacía a propósito, y quedó como si el cotidiano hablar del vino estuviera en esa frecuencia.

Resultado: Vino Maduro, Soda Inocente.


(Hacer una pausa así no se mezclan los conceptos de la situación anterior con los de la siguiente, leer de vuelta las escenas iniciales y luego continuar. Nada tiene que ver una situación con la otra).


SITUACIÓN TRES

La soda es un líquido gasificado, plagado de burbujas que, al salir a la superficie, revientan produciendo un molesto sonido. El sonido conjunto de todas las burbujitas reventando, logra un efecto parecido a la siguiente onomatopeya: “Shhhhhhhhh”. Ese sonido es el que liberó la soda en esta situación, siendo algo común en su existir. Es decir que la soda es un ser acostumbrado a descargar constantemente ese sonido de carácter involuntario, estando ya acostumbrada y convirtiéndolo en parte de su común desarrollo. Lo curioso es que el vino esto ya lo sabía, e intentó jugarle una broma a la soda. El vino ya conocía aquel inconfundible sonido que la soda emitía constantemente, y era lógico que si de la soda salía un: “Shhhhhhhhh”, era por las burbujas de gas, y no porque estuviera callando a nadie. Así como el vino tenía esto en cuenta, asoció inmediatamente el sonido de la soda, con el sonido que realizan las personas para silenciar. Es por eso que en forma de chiste decidió contestarle a la soda “A mi nadie me calla”, para que ésta se crea que el vino había pensado que ella lo había callado. Así fue como la soda luego le explicaría confundida que su intención no fue callarlo, siendo que ese sonido era involuntario, a lo que luego el vino le contestaría: “Ya se, infelíz. Fue un chiste”, lo que dejaría como resultado a una tonta soda que cae fácilmente en bromas como esa, ya que ella debería haber anticipado la maniobra y haberse dado cuenta de que el vino ya conocía aquel sonido tan común.


Resultado: Vino Chistoso, Soda Ingenua.


(Hacer una pausa, así no se mezclan los conceptos de la situación anterior con los de la siguiente, leer de vuelta las escenas iniciales y luego continuar. Nada tiene que ver una situación con la otra).


SITUACIÓN CUATRO

La base de esta situación es similar a la situación dos, con la diferencia de que el vino, esta vez, no decide contestar: “A mi nadie me calla” solo para adaptarse a las cortas expresiones idiomáticas de la soda, si no que esta vez lo contesta en un tono burlón, representando que esa respuesta la haría una persona tonta. Con su respuesta y en la forma en que la hizo, el vino quiso dar a entender que él es de un intelecto elevado, tanto como para darse cuenta de que esa sería una respuesta infantil, así también como para demostrar que se anima a contestar en forma de burla y como para imponerse ante la soda, para que ella se de cuenta que hablar con esas expresiones es de tontos. Esa respuesta quizá no logre ningún efecto en la soda, que podría pensar cualquier cosa. En primer lugar, podría pensar que el vino está loco por hablar en ese tono; en segundo lugar, podría pensar que el vino es un ser raro que piensa cosas indescifrables; y en tercer lugar, podría ni siquiera entender el mensaje. Lo cierto es que esto al vino no le preocupa, porque si él se cree que su intelecto es elevado y la soda es muy poco inteligente, poco le interesaría lo que la soda pudiese pensar, y la forma de contestar su respuesta fue un chiste interno para él mismo, para divertirse en forma solitaria.


Resultado: Vino Individualista, Humorista e Inteligente, Soda Confusa.


Estas cuatro absurdas situaciones fueron las distintas suposiciones que hizo mi mente en base a esta sencilla escena. El lector puede quedarse con la que mas le guste, y podría, en su vida cotidiana, aplicar estas cuatro formas de análisis, identificando cada diálogo, cada momento y cada interacción, con una de estas cuatro situaciones. Por ejemplo, estar leyendo esto, es una situación dos, porque el lector se tiene que adaptar a una regla social que es la lectura. Yo se que cualquier regla social es muy tonta para cada uno de los inteligentes lectores que van a leer este escrito. Por eso, se que para ellos el acto de leer es inferior a ellos, pero no les queda otra mas que llevarlo a cabo para integrarse en la sociedad.
Haber escrito esto es una situación cuatro, porque está escrito en un humor interno que quizá muchos no entiendan y lo escribí para divertirme yo mismo y compartirlo con los que estén dispuestos a leerlo.

domingo, 16 de agosto de 2009

Otras cosas sucedieron...

La Marabunta. Cómo carcome la nostalgia de saber lo que puede llegar a pasar; cómo se derrite el dolor de lo que ya pasó, el terrible anhelo de lo que será... la pesadumbre del ayer descansa inerte en los hombros del futuro gladiador, ese que sin pena ni gloria se incorpora y camina hacia la muerte inexorable.
La perspectiva de caminar junto al espejo resulta insoslayable, no quedan más retazos que la tibieza de ese pañuelo que algún día fue feliz, ese pedazo de humanidad que logró volatilizarse y esfumar todo el pesar que pudo arremolinarse en sus entrañas. Los días ya no amanecen con el resplandor en las mejillas, las pancartas de los sueños mitigaron los arrebatos de furor que nublaban los oscuros entreveros de la selva almidonada... el día se despierta sonrojado por el tibio vino de la ilusión, la compañera esperada, largamente esperada, zigzaguea juguetona entre las moribundas calas que invocan otros tiempos más oscuros...
Caminar, hoy en día, resulta más sublime...