lunes, 25 de mayo de 2009

Fama barata

Mucha gente tiene tendencia a hablar de la fama como si nada. Todos dicen que la fama esto, la fama aquello. Pero no todos saben lo que realmente es la fama. En una persona como yo, la fama puede ser muy beneficiosa para mi relación con el mundo. Lo digo así, porque lo viví. Supe, aunque por un corto tiempo, lo que significa caminar por la vereda de la fama en este país.
Hoy, año 2015, puedo decir que ser famoso me sirvió para vincularme con determinada gente, y aprender cosas de la vida que pocos pueden experimentar.

Mis básicos conocimientos de la música me llevaron a conformar una banda musical. La banda estaba integrada por el verdulero de la vuelta de mi casa, encargado de la batería; el ferretero del frente de la casa de mi abuela, que se ocupaba del bajo; yo tocaba la guitarra y cantaba; y la segunda guitarra era ejecutada por un compañero de secundaria mío.

Nos hicimos famosos gracias a un Hit compuesto por mí, que fue tocado en un salón de fiestas en donde hicimos nuestra primera presentación en público, y fue escuchado por un conductor de radio FM que había sido invitado al cumpleaños. Él, después, se encargó de que lo grabemos, y luego, lo difundió.

El Hit, que años mas tarde se cansó de sonar en las radios locales, estaba compuesto, en música y letra, de la siguiente manera:

La letra del estribillo, retumbaba así:

“Los errores del abismo, estrangulado ficticio de la resurrección intacta in extremis,
Soy rebelde siempre a todo momento, viva la cruz de los lazos arcoíricos,
Resumiendo la ira de los sin empanada, recóndito hogar de la mala fortuna fructífera,
Encarcelada demencia de los tarareos siniestros, a priori demográficos…”

La música del mismo, sonaba de la siguiente manera:

“Tarantantan tucutá tucutá, rucutucutucu rucutucutucu, sacutupá sacutupá
Ta, ta, ta. Ta ta ra ta tá ta ta ra ta tá
Tupá tupá, tratutututu pá
Tra tu tu tu tu tu, papá, papá, papá, papaparararampan
Tan tan tun, racatapampam…”

Y entraba el solo de guitarra, que decía más o menos así:

“Wawaaaaaaaa, wi u wi u wiiiiiinnnn, wa waaaaaa, wiiiiun wiiiiun wiu wi wiu wi wiu”

Y seguía:

“Ta ta ta tatatatatata tu tutu tata tata ta laratrata lara lara lara lara raca tata tata tata…”

Así descubrimos la fama barrial, y comenzamos a usar ropa moderna que nos identificaba como banda, anteojos negros, y muñequeras. Caminábamos con un aire triunfante, y sentíamos el glamour en nuestras venas.
Esa fama, se fue extendiendo por los alrededores, de tal forma que comenzamos a ser renombrados en todo el país.
Me acuerdo de que una vez, una chica de unos quince años, vestida de negro y con una mochila de “Hello Kitty”, me pidió un autógrafo. Ese día fui muy feliz.

Así comenzamos a componer nuevos temas y a sacar discos, pensando en como hacer para venderlos. Se nos ocurrió poner avisos en los diarios, repartir folletos, y esas cosas. Pero, más allá de toda felicidad, había algo que no encajaba.

El caminar por la fama lo es todo. O por lo menos, lo fue todo. Hablo en pasado, porque desgraciadamente, llegó el día en que la banda tuvo que disolverse.
Yo digo que por problemas internos del grupo, pero otros dicen que porque ya no teníamos nada para inventar.

Me di cuenta de que hacer música solo para vender, no tiene sentido. De hecho, muchas veces, ni nos gustaba lo que hacíamos. Creo que si te haces famoso por algo, no podes sostener esa fama con lo que hiciste una vez, sin seguir manteniendo tu nivel, inventando cosas igual o más brillantes que la que te hizo famoso. No se puede ir perdiendo todo sentido de lo que haces.
Hoy en día, escucho nuestros temas, y me muero de vergüenza. Y me pongo a pensar: ¿Quiénes fuimos? ¿Por qué lo hicimos? ¿Qué pretendíamos? Y, hasta el día de hoy, sigo sin encontrar la respuesta.

No nos duró mucho el paseo por esa buena vida que te trae la fama. De hecho, ya, ni se habla de nosotros. Creo que fuimos otra de esas banditas que quedaron en el camino.

De todas formas, supongo que de alguna manera, logré llegarle a la gente…

Lo se, porque más de una vez, mientras iba caminando por la calle, he escuchado a alguna persona decir:

“Mirá quién va ahí, ese… El que era cantante de Catupecu Machu”.