miércoles, 17 de septiembre de 2008

Sentido

Desde el umbral de la puerta observé el mostrador avidriado que ocultaba la figura de quien debiera y sin embargo no lo vi. "No se realizan consultas de saldo...", "cospeles, con cambio.", "alfajor Totín, 3 x $2,00", "Una vez fuera del local no hay reclamo, por favor controle su vuelto", "valor del embase: $3,00" -los textos difieren, pero mantengo la esencia-. Me coloqué en frente de él y lentamente, pero con decisión, expresé cansino mi voluntad, "Un cospel por favor", haciendo caso omiso a la advertencia, ofrecí mi billete de dos pesos a cambio de ver satisfecho mi deseo. Busqué atravesarlo con la mirada en busca de quien debiera, pero el ruidoso paisaje afectaba mis sentidos. Recostada sobre su costado derecho, una caja con la tapa levantada, cuadrada, pequeña, verde; verde manzana, verde chillón; caramelos incómodamente agazapados dentro, verdes, verdes manzanas, verdes chillones. A su izquierda, multitud de colores y sabores acosaban las paredes transparentes translúcidas rígidas frágiles seccionadas del ordenador-mostrador(otro). "No tengo", entonó firme una voz, sin llegar a sonar agresivo. "Gracias" le contesté a la voz.
Por qué. A qué se debe haber agradecido a la voz. Quizás fue la sinceridad o la practicidad de la respuesta, quizás fue simple protocolo comercial, quizás... fue... el simple hecho de agradecerle por todas las veces que olvidé hacerlo cuando debí hacerlo. Pasó por mi cabeza entonces cada uno de esos momentos, en los que por vergüenza no levanté la voz y reprimí mi "Gracias". En orden cronológico me revindiqué por cada omisión. Lo miré (·), sonreí y me fui. Quizás le agradecí por haberme liberado de aquella presión por no haber agradecido nunca hasta ese momento que agradecí.
El mostrador seguía vestido con aquellos anuncios cuando me fui.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Traje de Etiqueta

Ya en sí, la palabra "carne" involucra una sensación corpórea que, creo adivinar, se debe a la conjunción de sus tres consonantes (c, r y n), sobre todo a la yuxtaposición de las dos últimas. (Hágase la prueba con "cuerno" y se obtendrán análogos resultados). Efectos similares se dan con la palabra "aire" que en su sintaxis esconde la esencia misma de lo etéreo, producto de ese aleteo fugaz de la "r" entre los suspiros vocales de las otras letras. Sin detenerse un segundo se atropella la idea de que es probable que las esencias de las cosas emanen de la estructura caprichosa de las palabras y no a la inversa, es probable que, si el aire se llamara "carne", en este momento estubiera entrando una colita de cuadril por la nariz, mientras un nene pasa con su globo de cumpleaños inflado con mondongo...

En algunos casos muy raros se da una inversión de la causalidad: el negro es negro y el blanco es blanco...