viernes, 30 de mayo de 2008

Nestor Menta

Es maravilloso ver como la estúpida manera de conducirse de los seres humanos, va determinando formas distintas de hablar. Es increíble que a un fenómeno natural como un tornado o una tormenta tropical se le adjudique un nombre, personificándolo como si ello fuera necesario para poder odiar a aquella entidad. Es la manera más sencilla de atribuir responsabilidades a algo que obviamente no puede defenderse (de tales injurias); es la manera de desligarse de la tremenda culpa que nos oprime por no haber recogido ese papelito del suelo, o haber dejado abierto el pico mucho tiempo, o haber comido en Mc Donald's.
No es ambientalismo o ecologismo, es decir las cosas por su nombre (precisamente), si te mandaste un moco hay que ponerle el pecho a la bala, nada de Katrina, Alma, o que se yo cuantos otros nombres pelotudos...

Después de la tormenta... la calma.