lunes, 22 de junio de 2009

Iluminado por el fuego

La distracción de la gente mientras camina por la calle, a veces alcanza niveles inesperados y puede ocasionar graves sucesos desafortunados. Yo, desde la ventana del colectivo analicé la imagen, y en mi cabeza comenzó a desarrollarse la historia de aquel terrible hecho. Veía, como si fuera en cámara lenta, la forma en que esa encendida colilla de cigarrillo giraba y giraba en el aire, mientras que, producto de la ley de la gravedad, su altura se iba reduciendo hasta caer definitivamente al suelo. Fue entonces cuando me di cuenta de que el suelo en el que reposaba por fin la colilla encendida, era el suelo de una Estación de Servicio. Por milésimas de segundo no lo había pensado, pero inmediatamente vino a mi cabeza aquella relación de palabras “Estación de Servicio - Gasolina - Inflamable - Fuego”, y comprendí la situación. Por supuesto, la distraída mujer que había arrojado aquel encendido objeto no estaba al tanto de nada, debido a la existencia de una segura neblina en su mente que abarcaba trabajo, estudio, tareas y ese tipo de estresantes cosas. Por lo tanto, aquella relación de palabras “Estación de Servicio - Gasolina - Inflamable - Fuego” jamás hubiesen pasado por su cabeza. Tampoco las palabras futuras que aparecerían en los noticieros, en caso de que ocurriera el accidente: “Explosión – Bomba – Terrorismo – Islam – Capitalismo”.
Desde el colectivo ya me imaginaba el sonido retumbante de una explosión, producida al entrar en contacto el fuego de la colilla con alguna pizca de combustible derrochado en alguna parte del suelo de la estación. En mi mente se veía el aterrador futuro: Fuego por todos lados, gente corriendo y gritando, autos chocando y personas muertas. No supe si aquella veloz película se proyectaba en mi mente debido a que creí que en verdad ocurriría, o porque quizá era divertido imaginarme algo tan impactante, fuera de lo común, inverosímil en mí correr de los días. Claro, creer que nada va a ocurrir es aburrido para el disparatado navegar de la mente.
Me había mentalizado tanto en que aquel terrible hecho estaba a punto de suceder, que no tuve otra idea, más que bajarme del colectivo, cruzar la calle como un relámpago, y apagar aquella colilla antes de que ocurra el desastre. A todo esto, en la cabeza de la mujer, seguro continuaba instalada aquella densa neblina que la distraía del conflicto que ella misma había ocasionado. Quizá, su ser interior lo provocó a propósito sin que su pensamiento conciente se diera cuenta, tal vez en el afán de agredir al mundo que tanto la agredía a ella, o solo era un descuido inocente que todo ser humano puede sufrir.
Dos alternativas sumían mi cuerpo en un profundo debate: O la riesgosa gloria, o salvar mi vida. Pero también estaba la otra posibilidad. Quizá podía no ocurrir nada. Si eso fuera así, no tendría que correr para salvar a nadie, no tendría que perder el colectivo y, finalmente, podría llegar más rápido a casa.
Con un movimiento de cabeza borré aquella película de mi mente, el colectivo arrancó, y mi figura comenzó a alejarse de aquel escenario cargado de suspenso. Los superhéroes solo existen en las películas y en las historietas.
Ahora que escribo, no tengo la menor idea de lo que ocurrió finalmente con la Estación de Servicios y su posible destrucción. Seguramente, mañana volveré a pasar y la veré ahí, sana y salva. Pero también existe una minúscula posibilidad de que el hecho se haya consumado. Por eso, termino esta historia con puntos suspensivos…

3 comentarios:

Onom Atop Eya dijo...

primaso, que lujito de relato. la verdad que te salio brllante...
impacta cada vez que aparece el cumpleañero...
Feliz cumpleaños primo.
Un abrazo

Lojodio A. Lojotáreo dijo...

Gracias por los elogios señor. Un escritor de giladas por ahí los necesita.

No se me quede atrás y deleite con alguno suyo...

Lojotareo

ORSHE dijo...

como seguidor del blog o sea su publico, debo declarar que esto mas que un trebol parece una hoja de tuna, y a la vez felicitar a Lojotario por su pluma tenaz (uste no se amilane, Lojodio, siga dando ejemplo, que ya se van a despabilar los otros dos. Parece que hecha la fama se pusieron a siestear)
Salú