jueves, 11 de junio de 2009

Cuando la mente deambula...

Yo era una de esas personas comunes que nunca le gustó la discriminación hacia nadie. No porque me molestara, si no porque me parecía absurdo meterse con los demás sin tener necesidad.
Una tarde fría, yo caminaba por una vereda en la que las únicas personas que la transitaban, eran una persona no vidente que iba con su bastón, y yo. Mientras iba pensando en el regalo que le podía comprar a mi novia para su cumpleaños, sentí que dos personas venían caminando rápidamente hacia mí. Esas dos personas, evidentemente eran ladrones, que sin dudarlo me agarraron uno de cada brazo, el de la izquierda sacó una navaja del bolsillo de la campera y me pidieron todo lo que tuviera. Para desgracia de ellos, solo tenía las llaves y dos pesos con cincuenta. A las apuradas, me hicieron darle mi pobre contenido, que los motivó a pedirme las zapatillas nuevas.

Una vez en casa, lugar al que había llegado corriendo del susto, pensaba y pensaba en la forma de actuar de esa gente. No sabía que objetivo tenían. Ahí nomás me di cuenta de que justo la calle estaba desolada, a excepción del ciego, que mucho no podía hacer. Pero... Entonces ahí me di cuenta. ¿Por que me habían robado a mí y no al ciego? Entonces surgió en mí la típica respuesta que contestaría la población mundial. Un ciego, es una persona no vidente, que el simple hecho de robarle, sería un acto impuro que merecería ser penado con una estadía en el infierno. Pero mi mente deambulante seguía pensando. Los ladrones tienen como objetivo obtener una ganancia sin merecerla. Simplemente, exigir, mediante la fuerza corporal o de las armas, que la víctima se vea obligada a brindarle sus objetos propios al sentirse amenazada. Entonces, repasando, yo había sido una víctima de esas. Pero el objetivo de ellos es hacerse con los objetos de valor de la forma más fácil posible, porque el hurto es ilegal, y la mayor demora por inconvenientes, les ocasiona mayor dificultad para salir victoriosos de su asalto. Entonces pensé que robarle a un ciego sería una maniobra muy fácil, que derivaría en la obtención de alguna ganancia de la forma más fácil posible. “Pero es un ciego”. Si, es un ciego, pero los ladrones no se ponen a dar una clase de moral, por el simple hecho que el acto de robar en si, ya es una inmoralidad e ilegalidad. Entonces, a ellos no debería importarles cuan inmorales son. Si le roban a un ciego, tarea más sencilla, y son capturados, son penados con prisión. Si le roban a un individuo común y corriente, tarea no tan sencilla como la otra, también son penados con prisión si los atrapan. “Pero si le robás a un ciego sos un hijo de puta”. Si, pero ya sos un hijo de puta si robás de todas formas, que importa ser más o menos hijo de puta… Robarle a un ciego es como quitarle un caramelo a un niño. Pero quitarle un caramelo a un niño no es penado con prisión… Cada vez me confundía más. La cabeza me daba vueltas. Además, me vino a la mente, gracias a mi oposición a la discriminación, que la sociedad odiaría mucho más a un ladrón que le roba a un ciego, que a un ladrón que le roba a alguien común. ¿No sería discriminar a los ciegos? Quizá, habría que robarles a propósito, así se sienten integrados a la sociedad. Si ellos escuchan que se habla de robos pero a ellos nunca les pasa, capaz que se sienten excluidos del normal funcionamiento de la sociedad. “No, no le roben porque es cieguito”. ¿No suena a discriminación? De hecho, hay gente que mata. Creo que si alguien le roba a un ciego, lo pasarían por el noticiero durante años y se hablaría de eso durante años, mientras que si asesinan a alguien, es algo de todos los días y nadie le da importancia. Además no lo matás al ciego, lo desprendés de sus pertenencias. Un asesino sería tan repudiado como un ladrón de ciego, mientras que uno elimina una vida y el otro no.
Creo que los ladrones, más allá de ser ladrones, son personas que nacieron con su parte moral, que impide abusarse de los que no tienen una vida digna. Pero quizá un ciego se siente rechazado, y al no ver, quizá no trabaja y no se esfuerza, en cambio, un trabajador tiene que aceptar que lo roben, siendo que se esfuerza por conseguir las cosas. Quizá ser ciego no sea tan malo, no se. La cosa es que me di cuenta de que habría que hacer sentir a los ciegos incluidos en la sociedad.
No se si fue por la bronca de sentirme saqueado y pensar que el cieguito se fue feliz y contento a su casa, o fue mi instinto de héroe y querer integrar a esa gente. Pero se me había ocurrido robarle alguna vez a un ciego. Nunca supe si eso iba a estar bien o mal, porque mi confundida mente no me lo permitía. Tampoco supe si existía algún ladrón de ciegos. Quizá si, quizá lo haya todos los días. Hasta quizá que haya ciegos que roben. Eso me motivó más a llevar a cabo mi alocado plan.
Los días pasaron y pasaron, pero ningún ciego se hacía presente en las calles. Hasta que otra fría tarde, muy cerca del lugar en donde había sido el robo de mis zapatillas, se me presentó la oportunidad. No puedo describir que sentimientos pasaron por mí en ese momento, pero se que la culpa, el miedo, los nervios, la intriga y muchos otros que no me acuerdo. Pero también pensé que, por lo menos para mi mente, podía convertirme en un héroe que se encargaría de integrar a un no vidente a la sociedad. Además, si la cosa iba mal, podía solucionar todo diciendo que era un broma.
Ahí estaba el ciego con su bastón, moviéndolo de un lado a otro. En ese momento, me pregunté por qué la gente tiene como “terrible” el hecho de robarle a un ciego. Me di cuenta de que siempre había tenido esa duda. Más tarde, esa duda sería resuelta.
Me acerqué a él con un aire decidido. Lo tomé del brazo, y al oído, para que nadie, aunque la calle haya estado despoblada, pudiera oírme, le susurré que me diera sus pertenencias. Ahí nomás, como un haz de luz, el cieguito se dio vuelta, se abalanzó contra mí, dio un giro un el aire y me clavó una patada en la nuca. Quedé en coma durante tres días.


Esa luminosa patada es lo último que recuerdo de aquella alocada situación. Un estúpido intentado asaltar a un ciego, y este dejándolo en el suelo inconciente.
Ahora, estoy en prisión hace tres años, escribiendo una historia que les cuenta a mis lectores, si es que alguna vez los hay, lo que le puede pasar a un infeliz que tiene una mente deambulante, que lo único que logra es pensar pelotudeces, que al aplicarlas a una vida real fuera de ese mundo ficticio del cerebro, no logra otra cosa más que demostrarse a uno mismo que es un pobre pelotudo.
Todavía me quedan siete años en esta cárcel de mierda, mugrienta y llena de ratas, pero por suerte, aquella lejana duda ya fue aclarada.
Ahora lo se…
Los ladrones no les roban a los ciegos, porque tienen miedo de que los muy pícaros sepan karate.

1 comentario:

Onom Atop Eya dijo...

que manera de cagarme de risa!!!
muy buena su producción reciente (incluída la historia del cantante de CM)
que sigan los éxitos, y no se me desanime que en cualquier momento aparece de sopetón un manojo de letras de mi autoría.
un abrazo