jueves, 27 de diciembre de 2007

Ese pequeño cañadón que todos llevamos dentro...



Por extraño que parezca las cosas no son tan espesas como parecen. Cada tanto encontramos por allí un huequito apenas cubierto por un manto transparente de libertad y fluidez. Me refiero nada más y nada menos que a esos impaces en las legislaciones, a esos descansos en las escaleras, a esas butacas del Cine Teatro Córdoba, a esas oficinas vacías donde uno puede hacer como si trabajara... Con esto quiero acordarme de esos espacios donde uno vive, fluye, deambula; espacios donde la realidad se suspende por un momento, efímero o duradero, donde uno se conecta con la realidad por más que suene contradictorio. Allí, en esos pequeños intersticios de la teoría (si se me permite la expresión), es donde se evaporan y condensan mis días últimamente...
Por meloso que parezca, las cosas están recubiertas de melaza; una melaza que se desgrana mientras cae y recorre los objetos. En este paraíso de Winnie Pooh paso la mayor parte del día haciendo la milanesa en grandes prados de miel espesa, y siguiendo con la rima, yo no sé si usted se anima a seguirme hasta el tiempo cuando estábamos contentos con una guerra de barro y comer sin los cubiertos... Una vez pasado el delirio todo es más placentero...
Cuando caminamos por la calle en un día de lluvia, ¿por qué no saltamos adentro de los charcos?...
Considérese advertido... o divertido.

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