domingo, 14 de agosto de 2011

El Mercader de Venecia

V- Tan solo piénselo. Pronúncielo. Excítese a usted mismo. Regocíjese. No tiene más que dejarse llevar por él para sentirse vivo. VIVO.

C- ¿Cómo sabré yo que estaré dormido? Si tanto sueño, ¿No llegaré a confundirme, confundirlos? ¿Cómo sabré si tener miedo o dejarme morir si en verdad que no encontraré la muerte?

V- Despreocúpese. ¿Es que a caso tiene importancia?. Le ofrezco el sueño, que importa entonces la vida. Usted no podrá saberlo, ni que sueña -cuando vive-, ni que vive - cuando sueña-. Sin embargo, cuando viva sabrá que habrá soñado antes y mientras duerma sabrá que no es vida, al despertarse. Tómelo o déjelo pero no lo haga, no se le ocurra dejarlo.

C- ¿Con qué fin?. No lo necesito. Sé que vivo porque tengo vida, veo, huelo, toco, oigo, siento vida y en última instancia se que moriré al igual que otros lo han hecho. ¿Por qué no puedo cerrar mis ojos y abrirlos con el rayo del sol? ¿Qué tiene de malo eso?.

V- Pruébelo. Tenga tome. No tengo respuestas a sus preguntas, pero puedo ofrecerle otras respuestas a otras preguntas. Tenga tome, he aquí las preguntas. Tan solo una noche y no necesitará, le responda. No esas. Advierto eso sí, que es un camino de ida, agradezca a la biología que no es eterno, agradezca y maldígala. Sin embargo, sea prudente, no abuse. Los sueños son el néctar de los santos, juegan a las cartas con el mismo diablo, besan, toman, aman con su carne otras carnes. Tome.

C- Me tienta... ¿Estará aquí usted cuando despierte?

V- Me temo que no. Yo pertenezco a esta lado. Y usted ya está dormido, siga soñando, no le garantizo que acabe pero quizás lo haga.

1 comentario:

Onom Atop Eya dijo...

¿Cómo disfrazar de poesía tan profundas cavilaciones? ¿Cómo disimular un pensamiento profundo en una metáfora sublime?...
Creo que solo es posible en la forma en que desglosaste una a una tus palabras...
Un abrazo hermano.