jueves, 10 de abril de 2008

Cumplidos...

No casualmente estaba pensando en el fenómeno mundialmente conocido de los cumpleaños. Al respecto se me ocurrió que todo el circo y la parafernalia del festejo eran artificiales, construídas e implantadas en nuestras cabecitas generación tras generación. Medio pensando en voz alta, medio socializando un pensamiento, dejé escapar esta inquietud, a lo cual mi bella media naranja respondió indiferente que todo venía de Jesús. Mi primera reacción fue el rechazo pero rápidamente la idea apareció muy coherente frente a mi. No era loco pensar que "nuestra" gloriosa Iglesia Cristiana nos hubiera dejado otro legado (por lo menos éste no implica muertes, excepto que regalen petardos o bombitas atómicas de juguete); aunque este planteo merecía un rastreo histórico para el cual no tenía tiempo ni ganas, tomé la idea como verosímil (al menos) y me dispuse a jugar un rato con ella. El hecho de regalar me pareció que no podía tener un origen tan reciente, las ofrendas a dioses y reyes podrían conciderarse análogas y más antiguas que el Hijo de Dios (y aún que Dios). Es creíble, también, que ya en la antigüedad algunas edades fueran festejadas (como la mayoría de edad o el nacimiento), pero lo llamativo es la tradición de enfiestarse cada aniversario. Esto último es lo que más me convencía de que el empeño cristiano de conmemorar el nacimiento de El Elegido hubiera contagiado a la humanidad toda, sumiéndola en un tren de festejos que solo se agota con la muerte (incluso hay quienes festejan aniversarios de muerte, sin ellos no existirían los feriados). Dicha tradición -hipotetizo- prendió muy bien en el espíritu de jolgorio que inunda a la mayoría de nosotros, espíritu que se regocija fácilmente con un porrón helado y una hamaca paraguaya. Pero el punto crucial de todo esto es que lo extraño y artificial se encarnó en nosotros impidiéndonos concebir un cumpleaños sin festejos, tiñendo dicho raro fenómeno de un aura de malestar o enfermedad o depresión. Todo esto, cuando la verdad de la milanesa es que una fecha en un calendario, un día entre los cientos de días del año, debería sernos completamente indiferente si no fuera que estamos tan aterrados de la muerte que nos regocija saber que la Providencia, Dios, el Designio Cósmico, Quetzalcoatl o el azar liso y llano, nos permitió vivir un año más.
Y de esta forma volvemos al principio (La Iglesia y La Muerte).
Felices Cumpleaños amigos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

tenes razón, festejar los cumpleaños es absurdo. Festejar es absurdo, solo es un esfuerzo por evitar el asombro y el pavor; únicos sentimientos posibles de albergar ante la vida.