viernes, 22 de marzo de 2013

Las llaves

¿Y si muero? ¿Acaso no sería la forma más honesta de huirle, de una vez por todas, a la necesidad de encontrar felicidad?
Un cielo negro, caricaturesco, aunque no menos tenebroso, es el fondo de pantalla de semejante luna. Un valle en penumbras, una arena siempre solitaria. ¿Y si camino por el mar hasta desaparecer? No hay barcos en este mar. Nadie podría verme jugando a las escondidas. En realidad no hay nada en ese mar, porque todo lo que haya existe y ya. Existe y no interesa a la razón, entonces no se toma el trabajo de estorbar el camino del que piensa.
Morir no es la solución al peligro. El peligro es inminente y es inevitable, inherente al sujeto. La muerte en todo caso es una utopía, inalcanzable, como todas ellas. Morir no es una salida porque no es nada, es la muerte y ya. Es como pretender encontrar las llaves dentro de una casa, mientras estas yacen afuera, tiradas en el patio.
"Dame la mano porque temo perderte". Eso le digo, aunque, bueno, no lo hago físicamente. Quizá una ficticia sensación me hace saber que el mensaje fue recibido. ¿A quién se lo dije? ¿A una persona o a mí mismo? ¿No será, acaso, que temo perderme a mí en un mar de locura?
Es una luna linda. Brilla, porque eso tiene que hacer, pero no porque se le haya ocurrido esa noche. Yo estoy ahí de casualidad. ¿Y si nunca muero?
La eternidad es el deseo más profundo de todo sujeto. Por eso sentimos alegría al saber que alguien nos ha recordado por algo. Por eso nuestro ego se agranda cuando recibimos un halago. Porque de esa manera nos mantenemos vivos sin siquiera el esfuerzo de tener un cuerpo para hacerlo.
La pregunta se responde sola. Quizá muera. Quizá nunca lo haga. Pero mis dudas se sitúan en otro punto. ¿Y si vivo?
Me hace frío, tengo hambre y sueño. Me voy. No sé si volveré, no sé, siquiera, si llegaré a mi destino. Pero la luna se queda ahí. Se queda, porque la luna vive y ya.

1 comentario:

Onom Atop Eya dijo...

muy bueno hermano, muy bueno. Un abrazo desde la distancia